lunes, 8 de marzo de 2010

¿Utopías sociales?

Desde donde llega la memoria, el campo andaluz siempre sufre los mismos dolores: oligarcas y caciques, terratenientes y "autoridad" se encargan de que las condiciones de SU mano de obra se mantengan a ras de suelo. Controlan a las fuerzas del orden, tienen la ley de su parte, dirigen el funcionamiento del mercado laboral y poseen la tierra.

Esta situación no ha cambiado. Entrado ya el siglo XXI, sigue habiendo familias que controlan la mayor parte de la tierra y familias que, trabajando de forma cuasi nómada durante seis meses al año, no tienen dónde caerse muertas. El sistema legal y la connivencia política se han encargado de perpetuar este sistema económico y social propio del feudalismo, en el que se combinan paradojas como las subvenciones de la PAC a terratenientes como la Duquesa de Alba con las expulsiones de quienes ocupan tierras en desuso.

En medio de esta eterna disputa por la tierra, y desde los albores de la transición, va cuajando entre un buen número de familias de jornaleros andaluces el sueño de la propiedad colectiva. Desde finales de los años setenta, comienzan a organizarse entorno a un proyecto común que les provea de una tierra propia, comunitaria y que puedan trabajar y disfrutar todos por igual. De esta lucha nace la actual comunidad de Marinaleda, en la provincia de Sevilla.

Aprovechando las propias leyes que les negaban el derecho a la tierra y, tras sucesivas huelgas de hambre, ocupaciones, marchas y manifestaciones, los trabajadores lograron el regadío para las tierras de El Humoso, finca propiedad del Duque del Infantado, y tras ése paso crucial, expropiaron 1200 hectáreas del terreno para su uso agrícola.

Una vez obtenida la tierra, la comunidad se organizó para trabajarla. Pronto nacerían las industrias conserveras en el pueblo, cuya gestión y propiedad son cooperativas. Así, se llegó al pleno empleo en la zona. Además, en Marinaleda se toma muy en serio el derecho a la vivienda de los ciudadanos, por lo que se comenzó un plan urbanístico para que cada familia tuviera su propia casa a un precio digno.

Para completar dicho proyecto se expropió suelo alrededor del núcleo urbano, se municipalizó dicho suelo, siendo cedido al "autoconstructor" junto con los materiales, albañiles y arquitectos municipales. Al precio de la vivienda se le descuentan las horas que el futuro propietario destine a su construcción y se fija una cuota mensual mínima de quince euros. Por supuesto, la vivienda es familiar e intransferible. Sin especulación ni enriquecimientos ilícitos, la vivienda se convierte en un derecho práctico.

Todo ello queda explicado en el documental "Marinaleda, el sueño de la tierra", en el cual quedan recogidos más de treinta años de lucha de quienes por su perseverancia, su ingenio y su ansia de un mundo mejor, sufrieron, pelearon y vencieron en su suelo por la tierra. Desde la época del hambre a la movilización, desde los primeros frutos de su lucha hasta la actual consolidación y exportación del modelo comunitario, Marinaleda es un ejemplo para todos aquellos que creen en un mundo diferente, mejor, más humano y equitativo.

A continuación, la primera parte del documental. Védlo entero, merece la pena.

2 comentarios:

  1. Hostia, había leído mucho sobre Marinaleda, sobre todo respecto a lo del tema de la vivienda, pero no sabía que había un documental. El próximo que vea cuando encuentre un hueco será éste y os comento, pareja de emborrachadores!

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  2. Mi hermano trabaja alli a partir de septiembre. Ya os comentare como se vive alli

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