miércoles, 17 de febrero de 2010

Una mirada a la oscuridad

O lo que significa A Scanner Darkly, film dirigido por Richard Linklater, quien a su vez, adaptó la novela que Philip K. Dick escribiera en 1977. La obra, con un argumento un tanto confuso, adictivo y desconcertante, tiene las características de la protagonista principal: la droga M. Los acontecimientos tienen lugar en 1994 (el futuro para el autor de la novela), en Orange County, California.

Situémonos en este "futuro-pasado" en el que una epidemia de drogadicción asola los Estados Unidos. La droga en cuestión es conocida como M. Ésta, además de ser extremadamente adictiva, provoca daños cerebrales irreversibles sobre el consumidor habitual. Por supuesto, esta adicción, como las demás, mueve ingentes cantidades de dinero.

En este contexto, el gobierno de los Estados Unidos trata por todos los medios, aunque principalmente usando la vigilancia, la coerción y el castigo, de controlar el negocio, la adicción y los posibles usos de la droga. Intentan localizar y erradicar la fuente de la que mana la droga M, controlar y descubrir a los consumidores y estudiar los efectos de la droga en los adictos.

Por otro lado, una inocente sociedad anónima se encarga de gestionar, en los casos necesarios, la desintoxicación y reinserción de los drogodependientes, que tras un periodo de consumo tienen el cerebro más parecido al de una estrella de mar de LSD que al de una persona. Así los utilizan con fines, como poco, extravagantes. Y lucrativos, claro.

En la película participan Keanu Reeves, Winona Ryder, Robert Downey Junior, Woody Harrelson y Rory Cochrane, entre otros, aunque en realidad, son la casi totalidad de los personajes que aparecen. La obra rezuma calidad por los cuatro costados. En la producción, por ejemplo, cuenta con Steven Soderbergh y George Clooney.


La narrativa es muy atractiva y a la vez no desarrolla una explicación completa, dejando que el espectador descubra la "verdad" por su cuenta y llegue a sus propias conclusiones. Así, las escenas se suceden sin continuidad temporal aparente, en un torrente de esquizofrenia, paranoia, violencia y adicción. Todo ello aderezado con el método de rotoscopiado, en el que tras haber grabado las escenas, se retocan, dibujan y animan las imágenes, creando una sensación de animación por ordenador que se funde con la imaginación del director, dando lugar a monstruos imaginarios, trajes multipersonalidad o escenas completamente increíbles.

En definitiva, una obra que merece la pena. Traduce mediante largas escenas el caos social, los problemas psicológicos de los adictos, la falta de intimidad y el desarraigo y la soledad del individuo. También tienen lugar algunas conversaciones trascendentales pueden o no conducir a alguna idea brillante. Que nadie se asuste, también tiene humor. Altamente recomendable.