sábado, 27 de marzo de 2010

aaaaHDR


Un nuevo estilo de retoque fotográfico. A pesar de que muchos prefieren hacer y ver fotografías en estado natural, día a día, el uso de herramientas de retoque fotográfico crece y se generaliza. El abanico de opciones, estilos, programas, etc. es inmenso y lleva a que cada fotógrafo acabe abriendo su propia vía de trabajo.

La historia del HDR (High Dynamic Range)comienza a finales de los años ochenta y primeros noventa. Se atribuye el mérito a Paul Debevec, un investigador de la Universidad del Sur de California, quien en aquellos años elaboraba estudios comparativos entre el funcionamiento de la pupila y las opciones lumínicas de la fotografía.

Debevec, comparando ojo y cámara, capturaba imágenes con diferentes luminosidades para obtener un gran detalle lumínico y, por tanto, una mayor cantidad de información en una misma imagen. Posteriormente, "montaba" las imágenes, superponiéndolas con la opacidad adecuada. Así, obtenía imagenes hiperrealistas con un impresionante detalle gráfico. Todo ello, en la época analógica de la fotografía.

Hoy en día, y gracias a la digitalización, todas las herramientas están en un ordenador cualquiera. Poco importa si uno usa Photostudio o Photomatix Pro, o cualquier otro, ya que casi todos ellos ofrecen las mismas herramientas de trabajo.

Aquí va una muestra de lo que es y de cómo se hace un HDR. En cualquier caso, quien busque por la red encontrará muchos y muy buenos HDR. También encontrará mierda. La vida es así. Para empezar, os recomiendo el flickr de Andrew Kuznetsov, muy muy jugoso.

Estas son las imágenes con las que hice el HDR de arriba. Tomadas desde el mirador de Miguel Ángel, en Florencia.

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Utopías sociales?

Desde donde llega la memoria, el campo andaluz siempre sufre los mismos dolores: oligarcas y caciques, terratenientes y "autoridad" se encargan de que las condiciones de SU mano de obra se mantengan a ras de suelo. Controlan a las fuerzas del orden, tienen la ley de su parte, dirigen el funcionamiento del mercado laboral y poseen la tierra.

Esta situación no ha cambiado. Entrado ya el siglo XXI, sigue habiendo familias que controlan la mayor parte de la tierra y familias que, trabajando de forma cuasi nómada durante seis meses al año, no tienen dónde caerse muertas. El sistema legal y la connivencia política se han encargado de perpetuar este sistema económico y social propio del feudalismo, en el que se combinan paradojas como las subvenciones de la PAC a terratenientes como la Duquesa de Alba con las expulsiones de quienes ocupan tierras en desuso.

En medio de esta eterna disputa por la tierra, y desde los albores de la transición, va cuajando entre un buen número de familias de jornaleros andaluces el sueño de la propiedad colectiva. Desde finales de los años setenta, comienzan a organizarse entorno a un proyecto común que les provea de una tierra propia, comunitaria y que puedan trabajar y disfrutar todos por igual. De esta lucha nace la actual comunidad de Marinaleda, en la provincia de Sevilla.

Aprovechando las propias leyes que les negaban el derecho a la tierra y, tras sucesivas huelgas de hambre, ocupaciones, marchas y manifestaciones, los trabajadores lograron el regadío para las tierras de El Humoso, finca propiedad del Duque del Infantado, y tras ése paso crucial, expropiaron 1200 hectáreas del terreno para su uso agrícola.

Una vez obtenida la tierra, la comunidad se organizó para trabajarla. Pronto nacerían las industrias conserveras en el pueblo, cuya gestión y propiedad son cooperativas. Así, se llegó al pleno empleo en la zona. Además, en Marinaleda se toma muy en serio el derecho a la vivienda de los ciudadanos, por lo que se comenzó un plan urbanístico para que cada familia tuviera su propia casa a un precio digno.

Para completar dicho proyecto se expropió suelo alrededor del núcleo urbano, se municipalizó dicho suelo, siendo cedido al "autoconstructor" junto con los materiales, albañiles y arquitectos municipales. Al precio de la vivienda se le descuentan las horas que el futuro propietario destine a su construcción y se fija una cuota mensual mínima de quince euros. Por supuesto, la vivienda es familiar e intransferible. Sin especulación ni enriquecimientos ilícitos, la vivienda se convierte en un derecho práctico.

Todo ello queda explicado en el documental "Marinaleda, el sueño de la tierra", en el cual quedan recogidos más de treinta años de lucha de quienes por su perseverancia, su ingenio y su ansia de un mundo mejor, sufrieron, pelearon y vencieron en su suelo por la tierra. Desde la época del hambre a la movilización, desde los primeros frutos de su lucha hasta la actual consolidación y exportación del modelo comunitario, Marinaleda es un ejemplo para todos aquellos que creen en un mundo diferente, mejor, más humano y equitativo.

A continuación, la primera parte del documental. Védlo entero, merece la pena.